Durante milenios, los humanos hemos dado vueltas a dos cuestiones trascendentales: ¿De dónde venimos? y ¿Adónde vamos? Nuestro origen y nuestro fin han generado innumerables debates filosóficos y teológicos. Gracias al rápido desarrollo de la cosmología moderna en las tres décadas pasadas, los científicos de la actualidad tienen a su disposición algunos indicios importantes sobre las respuestas más probables, a escala universal, para esas dos preguntas fundamentales.
La teoría del Big Bang ha sido desarrollada para explicar el origen del universo, y goza de gran aceptación en la comunidad científica. Sin embargo, predecir cuál será el destino del universo ha resultado una labor más difícil. La entrada de la energía oscura en el debate entre teóricos parece que está aclarando un poco las cosas.
La energía oscura es una fuerza desconocida que hace al universo expandirse con una aceleración cada vez mayor según se viaja hacia la periferia. Actuando de un modo que, a grandes rasgos, se opone a cómo opera la fuerza de la gravedad, la energía oscura tiende a separar unas de otras las acumulaciones de materia.
La comunidad científica tiene cada vez más claro que el destino final del universo puede depender bastante de la acción de la energía oscura. A no ser que algo frene la expansión del universo y éste vuelva a encogerse hasta acabar concentrado en un punto minúsculo como en el principio del Big Bang (la explosión con la que el universo se creó), el universo seguirá expandiéndose. Tal vez los sistemas solares y acaso las galaxias mantendrán su cohesión, aunque aislados unos de otros por un vacío inmenso e insondable. O quizá la fuerza que impulsa a esa expansión acabará afectando a la materia de un modo mucho más directo, derrotando a la gravedad incluso en distancias cortas, hasta que toda la materia, incluyendo los agujeros negros, se desintegre en lo que se conoce como el Big Rip, o Gran Desgarrón.
Un nuevo estudio realizado en China y cuyos resultados se han presentado en la revista académica "Science China - Physics Mechanics & Astronomy", aporta interesantes cálculos sobre esta última posibilidad, incluyendo cuándo podría suceder esa catástrofe universal.
Cinco especialistas de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China, el Instituto de Física Teórica dependiente de la Academia China de Ciencias, la Universidad de Pekín, y la Universidad del Nordeste en China, han examinado las diversas consecuencias futuras de la acción de la energía oscura dependiendo de cuáles sean sus propiedades exactas.
La posibilidad más inquietante es que la densidad de la energía oscura podría seguir creciendo hasta alcanzar teóricamente un valor infinito en un tiempo finito, lo que a efectos prácticos sería la existencia, en algún momento del futuro, de un universo dominado por algo describible como antigravedad, que desmenuzaría por completo toda forma de materia.
¿Cuándo podría ocurrir eso? En sus cálculos y estimaciones, los autores del estudio creen que, en el caso de que suceda, lo más probable es que sea dentro de unos 103.000 millones de años, aunque en el peor de los casos podría ocurrir relativamente pronto, dentro de tan sólo 16.700 millones de años.
Tomando el valor máximo posible para la energía oscura según esas estimaciones, los cálculos realizados a partir de ellas sobre el tiempo que perdurarían los enlaces gravitatorios arrojan los siguientes resultados sobre algunos cuerpos celestes importantes para la humanidad: Los astros de la Vía Láctea comenzarían a separarse de ésta unos 33 millones de años antes del Big Rip o fin del universo. Dos meses antes del Big Rip, la Tierra, asumiendo que aún existiera, dejaría de estar atada gravitacionalmente al Sol y se alejaría de éste. Cinco días antes del Big Rip, la Luna, suponiendo que aún existiera, dejaría de estar atada gravitacionalmente a la Tierra y se alejaría de ésta. Unos 16 minutos antes del Big Rip, la Tierra estallaría.
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