Unas extrañas pinturas realizadas en Japón hace dos siglos podrían representar una nave extraterrestre que llegó flotando hasta las costas niponas.
Según un documental emitido por el canal de televisión History Channel, la pintura, realizada en el período Edo, ilustra un suceso extraño que ocurrió el 22 de febrero de 1803 cuando llegó a una playa llamada Hara–yadori, del yogunato de Tokagawa, una extraña embarcación.
Según recoge el investigador Kazuo Tanaka, unos marineros se acercaron a ella y la remolcaron hasta la arena. Se trataba de una nave redonda, de pequeñas dimensiones –apenas 3,3 m de alto por 5,4 m de diámetro– cuya parte superior estaba formada por unos grandes ventanales y cuya parte inferior estaba reforzada por algo que describieron como placas metálicas. En su interior había una serie de signos que resultaban desconocidos. A través de las ventanas los testigos pudieron ver que en su interior se encontraba una mujer de extraños rasgos, con el cabello y las cejas de color rojo y la piel rosada, de unos 20 años de edad, que hablaba una lengua extraña y que sujetaba con fuerza una caja de madera que parecía tener mucho valor para ella, pues no dejaba a nadie que se acercara.
Hace unas semanas leí esta notícia y me sorprendió al instante por lo espectacular y claro del caso, pues de ser cierto, sería una de las primeras muestras tangibles de contacto extraterrestre de la historia. Pese a ello, apenas he podido encontrar información en la red sobre sobre tan peculiar dibujo y por más que lo he intentado, tampoco he conseguido encontrar el documental de History Channel en el que lo mencionan.
En cambio, si que he encontrado el origen, que son dos libros publicados en japón en 1825 y 1844, titulados “Toen Shosetsu” y “Ume no Chiri”, y que son ficciones basadas en el folclore japonés. Los dos libros recogen la misma historia, en el mismo año y en la misma provincia de japón.
En el primer libro, Toen Shosetsu, la historia tiene lugar un 22 de febrero de 1803. Unos marineros encuentran un objeto extraño y lo sacan hasta la playa de Hara-Yadori. El barco era redondo y se asemejaba a una especie de Kou-Hako (caja utilizada para quemar incienso). Su diámetro era de unos tres metros, la parte superior del barco era de una especie de vidrio provistas de unas ventanas laterales de celosía, protegidas por una masilla impermeable de goma de pino. La parte inferior estaba reforzada por placas de hierro separadas. Dado que el vidrio era transparente, la gente podía ver el interior del barco, donde encontraron a una mujer con características extrañas. Su cabello y las cejas eran rojas y su cara de color rosa. Parecía que el cabello largo y de color blanco no estaba teñido.
La historia que cuenta el segundo libro, el Ume no Chiri, es prácticamente similar.
El 24 de marzo de 1803, un barco a la deriva llega hasta la playa de Haratono-hama. El barco era hueco y tenía forma de olla de arroz. La parte superior estaba pintada de negro y tenía cuatro pequeñas ventanas con celosía a los lados. La parte inferior del barco se veía reforzada con barras de acero. La altura del barco era de unos tres metros y medio por casi seis de diámetro.
Dentro de la embarcación se encontró a una mujer que parecía tener entorno a veinte años y que media aproximadamente un metro y medio, y su piel era blanca como la nieve. Su pelo largo colgaba vívidamente sobre su espalda. Sus rasgos faciales eran de incomparable belleza. Su ropa era irreconocible y extraña y su lengua no era entendida por nadie. En sus manos llevaba una caja de madera que cuidaba celósamente, sin dejar que nadie se acercara a ella.
El episodio de la misteriosa caja de madera, también se repite en el primer libro, además de algunas descripciones más, como que en el interior del bote había algo de comida y agua, y que también estaba lleno de inscripciones extrañas que nadie era capaz de comprender.
Interesante y misteriosa historia ¿Verdad? Aunque posiblemente, todo tenga una explicación razonable. Probablemente las dos historias estén basadas en los titulares de un antiguo periódico prohibido en japón de principios del siglo XIX llamado Kawara y que, por lo que parece ser, era bastante sensacionalista. Con lo cual es posible que la historia original, basada a su vez en el antiguo folclore japonés de marineros náufragos sea más que dudosa. Aunque por otro lado hay otra explicación bastante más bonita. En Rusia, antiguos escritos relatan las costumbres y leyes que tenían algunos pueblos de las zonas más orientales, una de estas costumbres hablaba sobre lo que se solía hacer cuando una mujer era infiel a su marido. Estas antiguas leyendas cuentan que la costumbre era expulsar a esta mujer del pueblo, embarcándola sola en un pequeño bote y adentrándola en el mar a su suerte, pese a lo cruel que pueda parecer, el amante no corría mejor suerte, pues se dice que era decapitado y que su cabeza era metida en una caja que a su vez, era entregada a la mujer para que le hiciese compañia en su travesía.
Dado que la distancia desde las costas orientales rusas están bastante cerca de Japón, y de ser cierta la historia que se cuenta en estos libros. Es más que probable que esta mujer de cabellos rojos y piel blanca, que hablaba una lengua extraña y que portaba una caja de madera en sus manos fuese una de estas pobres expatriadas rusas.
En fin, lo mejor será que cada uno saque sus propias conclusiones y que no le demos demasiadas vueltas al asunto, pues lo realmente bonito del folclore es su misterio que, pese a lo mucho que nos empeñemos los hipotálamos curiosos, jamás será desentrañado.